Nuestra Historia
Un Sueño hecho realidad
La Iglesia Adventista del Séptimo Dia ha considerado siempre en alta estima la Educación Cristiana. Reconoce como el Señor dirige su obra, cuando se tiene un sueño el cual se lucha por él y felizmente se convierta en una realidad. Cada academia que se establece se debe en gran manera a que hombres o mujeres que dirigen la obra ha tenido un sueño y el Señor le ha dado alas al mismo permitiendo un desenlace feliz.
Así sucede con la academia de Río Grande. Comienza humildemente, gracias al sueño, esfuerzo y visión de su fundador, pastor Diego Pérez, en los altos de la iglesia de este pintoresco pueblo en el año 1964-65. Sin salones apropiados, sin recursos suficientes, en un estrecho segundo piso de la iglesia, con mucha fe y la visión de un sueño se inicia lo que es una floreciente y exitosa academia. En sus comienzos la matrícula estuvo compuesta por 30 estudiantes y dos maestros. Una de ellas, la esposa del pastor, la Sra. Jenny de Pérez. Tenía dos salones, uno para el primer grado y el otro para el segundo. Para alcanzar esa matricula de 30 alumnos trabajaron arduamente, subir montañas, pasar por caminos escabrosos, lugares muy difíciles donde casi no se podía viajar. Para que la academia pudiera seguir adelante los hermanos de la iglesia hacían diferentes actividades y ventas.
¿Qué podemos decir del comedor escolar? No tenían empleada para preparar los alimentos para los niños. Pero esto no fue obstáculo, porque una de las maestras, la Sra. Jenny Pérez, en su escaso tiempo libre, estaba dispuesta a preparar almuerzo para todos. Los alimentos fueron donados por el grupo de padres con una cuota mensual para proveer la comida necesaria para los niños.
Al siguiente año, siguió la encomienda el Pr. Ángel Gómez junto a su querida esposa,
Dora Gómez. Ella era maestra, hacía el trabajo de tesorera y directora, aunque esos puestos no existían en ese entonces. La Academia ya contaba con 60 niños y con tres aulas de clases. Podemos mencionar que los maestros que colaboraron durante el 1966-1969 fueron: Sra. Lucy López, Sra. Gloria Benítez, Sra. Nydia Guzmán, Sra. Olga López, Sra. Dora Gómez y Sra. Carmen Brewer. Tenían una guagua para transportar a los niños a las diferentes iglesias del distrito. El Sr. Cano era el que generalmente hacía el trabajo de chofer junto con el Pastor. Debemos agradecer a su vez al Pr. Abdiel Acosta quien era el director del Departamento de Educación en ese tiempo. Fue una persona abnegada quien tuvo gran interés por la escuela de Río Grande.
​
Luego de varios años hubo la necesidad de construir otra escuela más grande. Por gracia de Dios un donante anónimo, contribuyó a la compra de 3 cuerdas de terreno en el barrio Juan González donde se construye la escuela de dos plantas en 1970. Allí, comenzaron los grados de kínder a décimo y la matrícula pasaba de los 200 estudiantes. Años siguientes decidieron completar con los grados de undécimo y duodécimo grado. Los principales que han trabajado en nuestra escuela y podemos recordar son los siguientes: Sr. Herminio García, Sr. Elí A. Toro, Sr. José Leer, Sr. Neftalí García, Sr. Otoniel Cabrera, Sra. Edith Pérez, Sr. Eleuterio Ortega, Sr. Carlos Molina, Sr. Luis A. Gómez, Sr. Carlos Capote, Sr. Juan Cruz, Sr. Daniel Rodríguez, Sra. Noemí Guzmán, , Sr. Ernesto Marín, Sra. Femerlie Millán, Sr. William Fernández Sr. Luis F. Viera, en sus respectivos años.
​
Hoy en día, la Academia Regional Adventista del Este, es reconocida en la División Interamericana por su excelencia académica y por alcanzar los requisitos establecidos para esta honrosa posición, lo cual agradecemos al esfuerzo del Sr. William Fernández y el compromiso de su grupo de maestros.
​
Después de muchas décadas, la escuela cuenta con 22 salones de clases, una biblioteca, oficinas, un salón comedor, dos canchas de deportes, programa de Título I, salón de reuniones y actividades religiosas. Contamos con una buena población estudiantil y los mismos son atendidos por maestros abnegados. Una dinámica directora, una servicial orientadora, una amable secretaria, una fiel tesorera y una activa capellana completan el personal de oficina. Debemos mencionar que contamos con un personal de apoyo que consta de empleados del comedor y de mantenimiento. Hay que recalcar que la Academia cuenta con un programa bilingüe en los grados elementales. La última acreditación por la
Agencia Acreditadora Adventista fue realizada el 2 de octubre de 2015.
​
La Academia ha crecido en distintas áreas: planta física, recursos humanos, tecnología, servicios a la comunidad y otros. Todo se hace posible gracias a Dios, a la hermandad, los maestros, personal en general y a todos los que hoy siguen trabajando en forma abnegada. Todavía falta camino por recorrer, la tarea sigue siendo difícil, de sueños, de grandes retos y sacrificios. Continuamos contando con la ayuda de Dios y con personas que cada día ponen su granito de arena porque aman la obra educativa y velan por el bienestar de nuestros niños y jóvenes. El tiempo ha transcurrido desde aquellos humildes comienzos. Muchas cosas se han vivido, muchas historias de sacrificio se han experimentado y muchos han sido los hombres de sueños, protagonistas todos de las bondades de Dios. Muchos han sido los nombres que han contribuido y aportado a nuestra academia. Pero existe un nombre que no se puede pasar por alto porque ha hecho de nuestros sueños una feliz realidad. Desde el principio ha estado presente en todo momento, un director de escuela que es sobre todo nombre: a nuestro gran educador, Cristo Jesús.
¡A su nombre Gloria! ¡Engrandecido sea su nombre!
Nuestra Visión y Misión
Nuestra Visión:
Promover una educación cristiana con el fin de sostener el mandato divino para el desarrollo armonioso de las facultades fisicas, mentales y espirituales de cada estudiante.
Nuestra Misión:
Nuestra misión es restaurar en los alumnos la imagen de Dios, promoviendo el desarrollo físico, mental, social y espiritual para el gozo de servir en este mundo y en gozo superior en el mundo venidero.
Filosofía
Filosofía:
La filosofía educativa de las Academias Adventista se resume en las siguientes palabras: Intelecto, Carácter y Salud. La filosofía educativa de la academia obedece al mandato divino de, educar la mano, la mente, y el corazón. El desarrollo armonioso de estas características, en cada estudiante, constituye la meta educativa de la institución. Creemos que: “la verdadera educación significa mas que la prosecución de determinado curso de estudio. Significa más que la preparación para la vida actual. Abarca todo el ser y todo el periodo de la existencia accesible al hombre. Es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales. Prepara al estudiante para el gozo de servir en este mundo y para un gozo superior proporcionado por un servicio más amplio en el mundo venidero. La academia reconoce que la preparación académica no conflige ni es incompatible con la fe cristiana genuina. Por el contrario, cree que deben revitalizarse los poderes mentales que el cristiano pueda percibir a plenitud la verdadera naturaleza del hombre y su relación con Dios y con el prójimo. La academia sustenta la creencia de que “cada ser humano, creado a la imagen de Dios, esta dotado de una facultad, en educar a los jóvenes para que sean pensadores y no meros reflectores de los pensamientos de los demás, que contemplen las grandes realidades del deber y del destino, y la mente se expandirá y robustecerá”. En vez de debiluchos educados, las instituciones del saber debieran producir hombres fuertes para pensar y obrar, hombres que sean amos y no esclavos de las circunstancias, hombres que posean amplitud de mente, claridad de pensamiento y valor para defender sus convicciones, E.G. White (la educación pag.15). El mas completo desarrollo del intelecto y del carácter es posible, únicamente si el cuerpo esta físicamente apto. La mente no puede desenvolverse a plenitud en un cuerpo enfermo, por lo tanto el intelecto, el carácter y la salud deben considerarse como metas inseparables al hacer la provisión para el desarrollo total del estudiante.